Hyundai i30 Fastback N-Line: La excusa perfecta

El Hyundai i30 es de los pocos compactos actuales que podemos adquirir con tres carrocerías distintas: Hatchback, o compacta, familiar y la Fastback. Y precisamente, coincidiendo con un momento clave en el que la gran mayoría de fabricantes están apostando por los SUV con carrocería coupé, hemos querido probar a fondo la versión "coupé" de cuatro puertas del renovado i30.

La tercera carrocería del i30 recibe el clásico restyling o lavado de cara de media vida que refresca su estética para mantener la atención del cliente. Este tipo de carrocería tiene muy pocos rivales en el segmento de los generalistas, y quizás el más similar sea el Honda Civic, pero el japonés es bastante más caro, unos 5.000 euros de diferencia (sin descuentos).

El Hyundai i30 Fastback está disponible desde 19.560 euros con motor de gasolina de 120 CV. Sin embargo, la unidad que nos ha cedido Hyundai España equipa el motor de gasolina de 160 CV y el nivel de acabado más deportivo N-Line. Esta configuración asciende hasta los 30.660 € y sólo le podemos añadir la pintura, en este caso Blanco Polar, que cuesta 250 euros extra.

Pero eso no es todo, porque actualmente la firma coreana ofrece un descuento con Plan Renove y financiación que, si cumplimos todos los requisitos nos ahorraremos 6.400 euros, por lo que se nos queda en 24.510 euros con un buen motor y cargado de equipamiento.

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Este en concreto es un i30 Fastback en acabado N-Line. Y como su nombre indica, es la línea estética más deportiva sin llegar a la versión tope de gama N Performance y su motor de 280 CV.

De manera que podemos tener un i30 Fastback con una estética muy deportiva sin tener que pagar de más por un motor vitaminado y sin renunciar a un chasis más adecuado para el día a día. ¿Qué aporta el N-Line? Un frontal rediseñado, con el paragolpes de corte deportivo, entradas de aire (falsas) más grandes y una parrilla cromada y negra. Las llantas de 18 pulgadas son de serie, así com los cristales tintados y los retrovisores acabados en negro con intermitentes integrados.

La parte trasera es la que más cambia respecto al resto de la gama i30, y a mi particularmente me parece súper atractiva, sobre todo gracias a al alerón integrado en el portón en forma de cola de pato muy original.

La versión N-Line también añade pilotos traseros LED, un paragolpes rediseñado más deportivo y la instalación de un difusor, con la luz antiniebla en el centro y una salida de escape verdadera, que suena bastante bien.

Respecto a un i30 de 5 puertas, el Fastback es más largo (4,45 m). También es 2,5 centímetros más bajo (1,42 m) y la altura libre al suelo se ha rebajado medio centímetro para que quede más asentado visualmente. El ancho es el mismo (1,79 m), así como la batalla de 2,65 m., y su peso es de 1.376 kg.

En el interior, en la parte delantera, no hay ningún cambio respecto al resto de la gama i30. Es exactamente igual. El nivel de acabados es bueno en la media del segmento generalista. El salpicadero tiene un tacto blando, las puertas y las agarraderas también están revestidas, el volante es de cuero, así como el pomo del cambio que en este acabado N-Line tiene un diseño más deportivo.

Hyundai dio un gran salto de calidad hace unos años y con el paso del tiempo va reforzando esa filosofía hasta igualar a las mejores marcas generalistas. Los coreanos se han puesto las pilas, y eso nos gusta, tanto por diseño, como por ajustes.

Sin embargo, si nos ponemos a inspeccionar bien, encontraremos algunos plásticos duros mejorables o incluso algunos acabados que podrían estar mejor. Pero esto, también lo encontramos en muchos de los superventas de nuestro país.

Detrás del volante tenemos un cuadro de instrumentos analógico, como los de toda la vida, con una pequeña pantalla TFT a modo de ordenador de a bordo. Y en central del salpicadero una pantalla de 8 pulgadas para el sistema de infoentretenimiento. Es el clásico sistema multimedia de Hyundai, muy fácil de usar, con accesos rápidos a la navegación, al audio o a la información del vehículo. Además, incorpora Bluetooth y conectividad Apple CarPlay y Android Auto. Pero no tiene navegación, hay que usar el del teléfono.

También incorpora mandos en el volante con los que controlar prácticamente todo, un climatizador sencillo pero efectivo, con botones y diales, y en la consola central los modos de conducción, la calefacción de los asientos, el freno de mano, que es de mano, dos tomas de 12V y una USB, y un cargador inalámbrico para el teléfono.

Con los asientos llegamos a un punto clave. Y es que me ha sorprendido para mal no poder sentirme a gusto en este i30 Fastback. Los asientos son de tela, y eso sí me gusta, no son calurosos en verano y tampoco son fríos en invierno, yo personalmente lo prefiero. Son de corte deportivo, tampoco está mal, pero lo que no me ha convencido es el mullido y las formas que ofrecen. Son como muy blandos, yo que peso lo suyo me hundo mucho y tras un rato conduciendo se me carga bastante la espalda. Los asientos se ajustan de forma manual, en altura y profundidad, como también podremos ajustar la columna de dirección del volante en altura y longitud.

El nivel de acabado N-Line añade de serie algunos elementos que hacen del interior un habitáculo un poco más deportivo: como el pomo del cambio, los pedales de aluminio, el techo forrado en negro o unas costuras en rojo que quedan bastante chulas.

A la hora de acceder a las plazas traseras habrá que salvar la caída del techo agachando la cabeza. Una vez dentro el espacio para las rodillas es el mismo que en el resto de versiones, realmente buena. Sin embargo, la altura al techo queda un poco penalizada, y en mi caso, que soy una persona bastante alta, voy con la cabeza prácticamente pegada al techo. Aún así, las plazas laterales son cómodas y ofrecen suficiente espacio para la gran mayoría de adultos. No así la central, que si ya es incómoda de por sí, con la caída del techo queda bastante limitada.

El maletero ofrece una capacidad de carga de 450 litros en su formato estándar. Por lo tanto aporta 55 litros extra respecto al i30 de 5 puertas, pero también 52 litros menos que el familiar. Con los respaldos abatidos lograremos hasta 1.351 litros totales. Incorpora un gancho para colgar bolsas, una toma de 12V y un poco de espacio bajo el piso, donde encontramos también el kit reparapinchazos.

El acabado N-Line sólo está disponible con un motor de gasolina de 160 CV. Hablamos de un motor de 4 cilindros y 1,5 litros, con inyección directa y turbo. Los 160 CV los entrega a 5.500 vueltas y el par motor de 253 Nm está disponible a tan sólo 1.500 revoluciones por minuto.

Podremos elegirlo con cambio manual o automático, el nuestro es manual, e incorpora un sistema micro-híbrido de 48V con el que consigue la tan famosa pegatina ECO de la DGT.

En cuanto a prestaciones: acelera de 0 a 100 en 8,6 segundos y alcanza los 210 km/h de velocidad máxima. Y de consumo, homologa una cifra de 6,2 l/100 km según el ciclo WLTP. Una cifra razonable y que se puede conseguir realizando una conducción muy tranquila. Si se aumenta el ritmo gasta más, pero no mucho más.

Tras probarlo, por ciudad, carretera, autopista y con todo tipo de ritmos de conducción, el consumo medio que he obtenido ha sido de 6,7 l/100 km. Una cifra que me parece muy buena, por todo lo que ofrece.

El chasis del i30 Fastback está bien pensado para ser realmente efectivo en cualquier terreno. Es un coche cómodo para el día a día, pero también responde bien en carreteras reviradas a ritmo alegre. Y de eso tienen gran parte de la culpa las suspensiones. Tienen un tacto deportivo, pero no son nada incómodas, dejan balancear ligeramente la carrocería pero la estabilidad en el paso por curva es muy buena.

El tacto de la dirección transmite mucha información y el radio de giro y la dureza del volante están bien aplicados. En cuanto al guiado, ningún reproche, va justo por donde le marcas. Los frenos son normales, nada deportivos, así que para una conducción normal son perfectos pero si aumentamos el ritmo en un puerto de montaña tienden a la fatiga.

Lo que no me ha gustado nada es el tacto del embrague. Es de los peores que he probado en mucho tiempo. Tiene un recorrido largo, pero el rango de actuación es muy pequeño, y eso hace que, si no estás muy acostumbrado al coche, salir desde parado sin patinar embrague sea realmente complicado.

El modo de conducción Sport incluye un sistema similar a un punta-tacón a la hora de reducir marcha. Este sistema lo que hace es igualar las revoluciones de una marcha inferior cuando estamos frenando y empezamos la acción de mover la palanca del cambio para bajar una marcha. Es muy útil en conducción deportiva, ya que permite soltar el embrague de golpe sin riesgo a bloquear las ruedas.

El Hyundai i30 Fastback es un coche para todo, y para todos. Se comporta incluso mejor que el i30 normal, es agradable de conducir, efectivo para los más quemados, válido para ciudad, para los desplazamientos diarios, para viajar por autopista… y es que es un coche cómodo pero efectivo.

Como comentaba al principio, el equipamiento es cerrado. No se puede añadir ni quitar nada a excepción de la pintura. Pero no le falta prácticamente de nada: tiene control de crucero, limitador de velocidad, modos de conducción, sistema activo de cambio de carril, sensores y cámara de marcha atrás, cargador inalámbrico, sistema multimedia con Android Auto y Apple CarPlay, asientos deportivos, portagafas en el techo, pedales de aluminio, volante de cuero, pomo deportivo, cristales tintados, llantas de 18 pulgadas y muchas cosas más.

El Hyundai i30 Fastback me parece uno de los modelos “asequibles” más originales y bonitos que uno se puede plantear. Mantiene las virtudes del Hyundai i30, al que le añade un maletero más generoso, y sobre todo una carrocería de estilo coupé que llama mucho la atención. Es la excusa perfecta para todo aquél que quiera un coche con un cierto matiz deportivo, con un buen maletero y, sobre todo, con un precio correcto.