El Rally de Montecarlo, el Rally Safari, el Rally de los Mil Lagos, el Tour de Córcega, el Rally de Alemania, el Rally Acrópolis o el Rally de Portugal tienen, además de la carrera puntuable para el Campeonato del Mundo (no es el caso del Safari pero sí del resto), una carrera para vehículos históricos. Entre las pruebas habituales del máximo certamen de la especialidad, sólo el Rally Cataluña no tenía su equivalente para coches de rally veteranos de manera que el RACC, que organiza cada año la manga española del Mundial, se ha puesto este año manos a la obra.
La entidad catalana organizó por primera vez el Rally Catalunya Històric, una prueba lineal, con salida y llegada en Barcelona pero que llegó hasta la localidad francesa de Perpiñán, que recogía el espíritu de las primeras ediciones del Catalunya, cuando era sólo una prueba del Campeonato de España y que, en algunas ediciones, visitó también las tierras del sur de Francia. La idea de la entidad organizadora es variar cada año el trazado de la prueba para que repase la historia del rally Catalunya auténtico, que varió de manera notable a lo largo de los años.
La carrera, organizada en viernes y sábado, era una carrera de regularidad pero con carreteras cerradas lo que siempre es interesante en aras de la seguridad de los participantes y tenía 15 pruebas cronometradas divididas en dos etapas, la del viernes, con 8 tramos y final en Santa Coloma de Farners y la del sábado, con siete tramos y final en Barcelona tras una neutralización al mediodía en Perpiñán.
Cuando a uno le gustan las carreras, que alguien le invite a disputar una es siempre una alegría pero si además, ésta es un rally tan interesante como el Catalunya Històric y la propuesta es correrlo integrado en un equipo oficial, comprenderéis que la respuesta a la llamada de Seat para ofrecerme un coche para esta carrera recibió como respuesta un sí entusiasta e inmediato.
Así pues, el viernes por la mañana me presenté en la nave A 122 donde reposa la colección de coches históricos de Seat para encontrarme con el que iba a ser mi compañero de fatigas durante dos días; un fantástico Seat Fura Crono de color plata al que, ya en la plaza de la Catedral de Barcelona, excepcional marco para la salida de la prueba, le colocamos los dorsales en las puertas con el número 26.
Un coche sensacional
Para los que no sepáis qué es un Fura Crono, os contaré que el Fura fue uno de los últimos modelos que comercializó Seat antes de su “divorcio” de Fiat. Se lanzó en 1981 y se fabricó hasta 1986. En realidad no era más que la versión española de la tercera serie del Fiat 127 y se ofrecía en carrocerías de 3 y 5 puertas con un veterano motor de 903 c.c. salvo en la versión Crono.
Ésta, con llantas de aleación, detalles estéticos deportivos, asientos deportivos y tres colores de carrocería, negro, rojo y plata, montaba el eterno motor Seat de 1.438 c.c (el que estrenara el Seat 1430 más de una década antes) que rendía 70 CV acoplado a la caja de cambios de cinco marchas del Seat Ritmo. En su época, el Fura Crono era uno de los pequeños modelos deportivos más atractivos del panorama nacional y Seat organizó incluso un campeonato de circuitos con este coche.
El Fura Crono de la colección de Seat mantiene el cambio y el motor de origen pero está preparado para disputar pruebas de clásicos con todos aquellos accesorios imprescindibles (asientos baquet, red para cascos, Blunik, luz de lectura para el copiloto, reposapiés, extintor, rueda de recambio). Además, tiene una perfecta puesta a punto, fruto del mimo con el que los hombres de Coches Históricos tratan a toda su colección.
En este rally, además del Fura que tuve el placer de conducir acompañado de Carles Jiménez, un auténtico crack del copilotaje de regularidad, el equipo inscribió un Seat 1200 Sport para el presidente del RACC Josep Mateu copilotado por Quim Vilatarsana, un Seat 124 Sport 1600 para Vicenç Aguilera, ex-director de Seat Sport, al que copilotó su hija Elisabet y un Seat Ronda Crono con motor dos litros que compartieron mis colegas periodistas Josep Viaplana y Raymond Blancafort.
Una carrera exigente
Los 50 participantes de la carrera iniciamos el recorrido en el tramo de Gallifa, con medias de lluvia (más bajas que las de seco) ya que el tramo estaba muy mojado como consecuencia de la lluvia que cayó durante toda la mañana de la primera jornada y ¡oh! sorpresa, hicimos la tercera mejor puntuación en ese tramo. La cosa pintaba bien. Pero en el segundo tramo… se acabaron todas nuestras opciones de hacer un rally de antología.
En el Circuito de Barcelona-Cataluña, escenario del segundo tramo (había que dar dos vueltas calcadas), el Fura no arrancó en la entrada al control horario. El demarré dijo que no y fue que no. Arrancamos el coche marcha atrás y entramos cuatro minutos tarde al control lo que se tradujo en 40 puntos de penalización. Sin esa penalización, en lugar del puesto 18, hubiéramos terminado en 8ª posición, lo que no hubiera estado nada mal pero ya se sabe que en los rallys de regularidad el “si no fuera por…” es algo que todos pueden esgrimir a la hora de justificar su posición final salvo, lógicamente, los que ganan.
El Rally fue muy exigente. El cuarto tramo, por ejemplo, estaba trazado en el circuito de karting de Osona y era literalmente imposible alcanzar la media. Fuimos octavos detrás de seis Porsche 911 y un Mini Cooper que iba con la media baja (había dos categorías en la carrera y además había hándicap para los coches más veteranos que puntuaban menos) lo que es un resultado sensacional y demuestra lo bien que iba el Fura que, aparte del gag del demarré se comportó a las mil maravillas durante toda la carrera y dio el máximo de sí.
Con tiempos siempre entre los doce primeros llegamos al final del primer día contentos con el coche y el equipo y en la séptima plaza antes de que la penalización nos mandara al puesto 22.
El equipo de Coches Históricos de Seat merece comentario aparte. Liderado por Isidre López y formado por una decena de integrantes, cuidan de cada detalle de los coches y aparecen siempre incluso donde no se les espera para repostar el vehículo cuando hace falta, para cambiar el demarré (en un enlace de la segunda etapa después del primer tramo porque era el momento en que había más margen para hacerlo) o simplemente preguntar si todo marcha bien y despedirte con una sonrisa.
Competir con ellos es hacerlo con un equipo profesional al 100% y sin más preocupación que divertirte. Creo, sinceramente, que el resto de los participantes nos “odiaban” un poquito por ello y tengo que reconocer que mi satisfacción fue en aumento a medida que avanzaba el rally cuando en las salidas de tramos, en la comida en Perpiñán o en la meta, antes de la cena de gala que puso fin al evento, escuché comentarios del tipo “caramba con los del Fura” o “como va ese 127” porque para muchos, el Fura no deja de ser un 127.
La segunda jornada la empezamos con un scratch en el segundo tramo y por la tarde hicimos otra tercera posición en el tramo de Saint Michel de Llotes, en Francia, seguramente el más difícil de la prueba. Al final, terminamos en el puesto 18º (primer Seat que, en el fondo era a lo que aspirábamos al salir) y felices con nuestro Fura que, sin el episodio del demarré, nos hubiera llevado a la octava plaza.
Ganaron la carrera Miró y Matavacas con un Porsche 911 por una única décima sobre el Fiat 131 Abarth de Roura y Moragas que hicieron un final de rally antológico (salieron octavos en la segunda etapa y remontaron con dos scratchs en los dos últimos tramos) y cuatro décimas sobre Rollán-Rollán, también con Porsche 911. López y Ferrer, con un Volkswagen Scirocco de primera generación, líderes durante la mayor parte de la prueba, cayeron a la cuarta plaza en el último tramo a un punto de los vencedores.
El balance de esta primera edición del Catalunya Històric es muy positiva. Los tramos eran muy variados, algunos fáciles y otros más complicados aunque la mayoría cortos y el único problema fueron los enlaces, muy largos para llegar a Perpiñán, sobre todo el de vuelta, después de comer y con el solecito apretando. La organización funcionó bien salvo en el circuit de Osona, un tramo que hubo que anular ya que algunos participantes dieron una única vuelta en lugar de las dos previstas confundidos por un comisario que no tenía muy claro el desarrollo de la carrera.
